martes, 4 de mayo de 2010

La noche en que triunfé

Ayer sábado salí decidido a ligar. Me duche (ya se sabe, de vez en cuando conviene hacerlo), me afeite, y salí de casa. A los treinta segundos volví a entrar. Me había olvidado de ponerme los pantalones.

Una vez llegue al tubo me di cuenta de que iba a ser complicado, no me había preparado nada. Lamentablemente, tuve que tirar de tópicos:

- Hola, ¿estudias o trabajas?
- Vaya, el original de la noche...

Alguien difícil... No me di por rendido. Así que varié un poco la pregunta.

- ¿Te estudio o te trabajo?
- Pffff, ¿quien te ha dicho esa frase, ¿tu padre?

Definitivamente esa no era para mi, más que nada porque no me hacia ni puto caso. Pase a la siguiente chica, que estaba bailando como una posesa. Y entonces lo vi claro. Me acercaría a ella por detrás, le pondría las manos en la cadera, y con mi boca cerca de su oreja le diría:

- ¡Cooooooongaaaa!

Al parecer la pobre era muy asustadiza. Pegó un chillido que hasta el dj dejó de poner música. Y sí, me echaron de la discoteca.

Vagando me preguntaba a donde ir, y como no se me ocurría nada, me metí en otra (discoteca).
Evidentemente las tácticas clásicas no habían funcionado, así que opte por hacerme el gracioso, cosa que no se me da del todo mal. Vi a una chica que estaba sentada en un sofá con cara de estar un poco aburrida, y le solté:

- ¿No es verdad ángel de amor,
que en esta apartada orilla,
si viene tu novio y nos pilla,
la hostia que me llevo es mayor?

Efectivamente vino su novio, estaba en el baño. Menos mal que me pude escabullir a tiempo. Y de repente, el milagro. Una preciosidad se me acerca, pelo rizado, moreno, ojos verdes, labios carnosos, bien formada, y me susurra:

- Dime una poesía y nos largamos de aquí.

Menudos nervios. ¿Que narices le podía decir? Rimas sí, pero lo que viene siendo poesía pues no se me da muy bien. En mi defensa diré que me quede en blanco, y que me temblaban las piernas cosa mala. Por eso dije lo primero que se me ocurrió.

- Te quiero más que a la mierda,
no lo olvides ni cagando,
cada pedo que me tiro,
es un beso que te mando.

Lo vi, pero no a tiempo. Para mi que la chica era deportista, porque me apretó un guantazo que ni Mike Tyson. Y ojala se hubiese conformado con eso. Llevaba un vaso de vodka en la mano y me lo lanzo a la cara. No lo probéis nunca. Madre mía que dolor cuando note la bebida en los ojos... Me fui dando tumbos hasta el baño para lavarmelos, pero claro, iba medio ciego. Eso explica el chillido de mujer que oí nada más abrir la puerta, el cachete que note y la voz del segurata que me decía no se que de un bate y mi cabeza. Y eso es todo lo que recuerdo. Catorce horas después me he despertado aquí, en el hospital de San Jorge. Creo que tardare un tiempo en volver a salir de marcha...

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